
Soy una amante de los libros de manual. Aunque… ¿quedo de persona poco seria si digo que Fray Perico y su borrico fue uno de los libros que más me marcó cuando era una niña? Tiene su explicación…
Primero porque fue el primer libro que me hizo reír y segundo porque me fue muy fácil. Me lo leí de una sentada, en la cocina mientras mi madre preparaba la cena. Y vale que antes no se tiraba tanto de precocinados pero te puedo asegurar que aún así fue poco tiempo.
Yo, que por aquel entonces ya fantaseaba con escribir un libro algún día, entendí sin entender que ése era el camino. Sin embargo, la vida me puso un ordenador delante y perdí el rastro. Pero eso ya es otra historia.
Mejor empiezo por el principio.
Con un libro bajo el brazo
He sido una gran amante de los libros desde bien pequeña. Mis padres apenas tienen estudios. Sin embargo fueron capaces de inculcarnos a mi hermana y a mí desde bien pequeñas el hábito del estudio y la lectura. Qué suerte que tuvimos…
Yo fui de esa generación que creció con Los Cinco y el Círculo de Lectores. En mi adolescencia había recopilado ya tantos libros que si a mi habitación le hubiesen quitado la cama podría haber pasado por una biblioteca. Quien lo diría, con lo minimalista que me he vuelto ahora…
Aunque en realidad se podría haber confundido como mucho con una mini biblioteca porque aquella habitación era de poco más de 2×2 metros. ¡Que ahora hay camas que ya ocupan eso!
Pero yo era feliz en mi pequeña guarida rodeada de libros. Aunque he de confesar que mi sitio favorito para leer era y siempre será el baño. Después de una de mis duchas de agua ardiente (tanto, que Hache siempre bromea que el resto de los mortales acabarían como Tenacitas allí dentro) me envuelvo en el albornoz, me enrollo una toalla en el pelo y me siento en el suelo a leer hasta que todo el vapor desaparece.
A todos los compañeros de piso que he tenido a lo largo de mi vida (es decir, mi familia y Hache) les disgusta mi pequeña manía. No sé qué de usar el baño dicen. Minucias. 😛
El archienemigo del libro
Pero son malos tiempos para los libros. El siglo pasado les tocó lidiar con la televisión. Pero lo de ahora es mucho peor: Internet.
Para colmo Internet se ha buscado como aliado un pequeño aparato que podemos llevar en el bolsillo llamado móvil siempre lleno de fotos, publicaciones, vídeos y demás ladrones de atención. ¡Más pequeño que un libro además!
Lo admito, yo misma caigo en las redes del móvil más de lo que debería. Textos cortos, falta de chicha, publicidad encubierta, vidas ajenas. Historias sin alma la mayoría. Sí, muy entretenidas. Pero sin fondo.
Donde esté un buen libro…
Amante de los libros forever
Hay una frase que dice algo así como «Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa». Pues eso. La falta de tiempo no es una razón para no leer. La clave está en encontrar ese libro que es para ti. Un libro que te envuelva, que puedas vivir y sentir. Encontrar tu sitio y tu razón para leer y disfrutar con ello.
Más leer libros y menos publicaciones, ¡coño!
Ju
Leer en la cama, en el balcón, en el sofá. O en el suelo del baño. Da igual. Pero lejos de la tele y del móvil.
Leer para relajarme. Leer para evadirme. Leer para soñar. Leer para viajar. Leer para reír. Pero leer. Salir de la realidad y sumergirme en otro mundo. Y sobre todo, leer para disfrutar.
Por todas esas razones yo sé que siempre seré amiga no, amante de los libros.