
Hola, me llamo Ju y soy adicta. Adicta a reír. Y también tengo mala memoria. ¿Que para qué te cuento esto? Para que entiendas cómo me las ingenio para conseguir escribir para divertir. En definitiva, cómo escribir humor.
Porque sí, porque hacer reír es difícil, pero vale la pena intentarlo, ¡es tan divertido!
Antes de empezar tengo que recordarte mi reconocida experiencia escribiendo (nótese mi ironía por favor, el número de libros publicados que tengo es uno o ninguno). Pero si aún así te interesa lo que tengo que contar, pues allá voy.
En esto me baso yo para hacer reír
El objetivo de fondo que siempre persigo en cualquier texto que escribo es divertir, sacar una sonrisa a la lectora. Basándome en eso, tengo cuatro pautas, normas o llámalas como quieras que intento cumplir para conseguirlo. Son éstas:
- Inspirarme: Me gusta sobre todo leer novelas que me diviertan. Observar cómo lo han hecho otros. Aunque las situaciones reales que han conseguido sacarte una carcajada son también oro puro. Cualquier cosa que te haga reír sirve.
- Reírme de mí misma: Nadie en su sano juicio que quiera hacer reír puede evitar tomarse con humor sus puntos débiles y aprovecharlos. O aplicado a tus historias, hacer que tus personajes lo hagan. Además, saber reírte de ti misma también te servirá para aceptar críticas.
- No buscar hacer reír a todos: Básicamente porque esto es imposible. Cada uno tiene un humor (yo tengo el mío y tú el tuyo). Pero confía en que si te divierte a ti a alguien más también le divertirá.
- Divertirme: Divertirse mientras escribes es importante porque el esfuerzo y el ánimo que has puesto se nota a la hora de leer una historia. Pero sobre todo es fundamental porque para eso escribes, ¿no? ¡Para divertirte tú!
A mí me funcionan. Creo. Pero claro, son consejos muy generales. ¿Cómo los aterrizo? Es decir, ¿qué hago para cumplirlos?
Entonces… ¿cómo escribir humor? ¿cómo me inspiro?
Al lío. La gran cuestión aquí es cómo consigo «material» para mis historias y hago cumplir las pautas que te he explicado antes. Yo lo llamo «inspiración proactiva».
- Dedico obligatoriamente cierto tiempo a la semana a consumir humor. Puede que esté viendo una serie o leyendo un libro que me haga reír, con lo que ya lo tendría cubierto. Pero si no es así, el domingo tengo que compensar. Para eso veo una película, leo chistes, tuits graciosos o veo algunos monólogos. O cualquier cosa que me haga reír. Como si son las chirigotas de Cádiz. La cuestión es consumirlo conscientemente.
- Anoto todo aquello que me ha hecho gracia. Lo describo de manera rápida en las notas del móvil (es más disimulado que sacarte libreta y boli) y anoto también la fuente, si es de una película o le ha pasado a mi amiga en el bar. Tengo demostrado que aquello que no apunto desaparece y se pierde para siempre. Mi padre ya lo decía: «más vale un lápiz corto que una memoria larga». Y yo ni larga ni corta.
- Dedico a la semana cierto tiempo a repasar esas notas. Yo esto lo suelo hacer los domingos también.
- Analizo cada anotación y me pregunto: ¿por qué me hace gracia?¿a quién no le haría gracia? ¿ofendería a alguien? ¿a quién? ¿mucho?
- Las expando dándoles contexto para hacerlas más graciosas. O intento unir varias de ellas en una misma escena. O las tacho si han dejado de hacerme gracia.
- Las paso al ordenador. Si eres de los que no haces copias de seguridad pásalas a la nube. No sabes lo que jode perder estas notas (sí, yo lo sé).
En fin, éstas son mis bases a la hora de escribir para divertir. A mí me encanta saber de los procesos creativos de otra gente porque siempre se aprende algo. Por eso quería compartirlas contigo. 🙂
¿Qué te parecen? ¿Te sorprende que escribir humor no sea gracias a la inspiración de las musas? Bueno, quizás para algún genio sí, pero para el resto de los mortales ni de lejos.