
Soy incapaz de aprender inglés. Ya lo tengo asumido. Lo que no quiere decir que eso tenga que ser algo malo siempre. Porque inglés no sabré pero soy una chica con recursos. De hecho, mis amigas aún se están riendo de mí de aquella vez en la estación King’s Cross de Londres (sí, la del andén 9 y 3/4).
Era el último día de nuestro viaje e íbamos a dejar las maletas allí porque nuestro vuelo no salía hasta la noche. Fue entregar la mía y acordarme que me había dejado la cámara dentro. El hombre ya se la estaba llevando y yo, con mi inglés de Murcia (o de Castellón, tanto me da), le grité «My malet, please!».
Ni mis amigas ni toooodos los que estaban en la cola detrás de nosotras pudieron evitar estallar de risa. Vale, quizás, malet era una palabra inventada. Pero el hombre había dado media vuelta y me estaba devolviendo lo que era mío. Eso sí, con una sonrisa burlona en la cara. Al fin y al cabo me había entendido, ¿no? ¡Pues de eso se trataba!
A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar
Juhambrevergüenza por no saber inglés
Todo esto para decirte que no sé inglés. Ni inglés, ni francés ni italiano. Que también me ha pasado lo de pedirle a un camarero en Roma la pizza per emportari. Y me quedo tan ancha porque es que quedaba taaan bien que tenía que ser correcto (no lo es, se dice portare fuori).
Pero volviendo al inglés, en mis tiempos dábamos dos horas semanales de inglés (clases de 30 alumnos) para cumplir con el programa escolar estipulado por Educación y a otra cosa mariposa. Lo del mundo globalizado, las teleconferencias y los viajes low cost nos quedaba lejos aún. Quien me iba a decir a mí que sería tan útil…
A lo largo de mi vida he probado métodos de todo tipo, no te creas. Me han sacado los cuartos en academias varias, he ido a infumables clases de la EOI, me he descargado decenas de apps… O lo que ya es el colmo, me he leído unos cuantos libros de cómo aprender inglés. Pero que nada chica, que no hay manera.
Hasta he usado la modernez esa del PNL y me he visualizado sabiendo inglés, encontrando un mejor trabajo o pudiendo hacerme entender a la hora de viajar. Pero ni con esas.
Nivel de inglés, medio
Confieso que, aunque sea de tontos, me consuela pensar que casi toda España estamos igual. Que la mentira más común y casi aceptada en el currículum es la de nuestro nivel de inglés.
Porque el inglés es la asignatura pendiente de la mayoría de los españoles. El inglés y el no emborracharse en las cenas de empresa. Aunque curiosamente el primero mejora cuando ocurre el segundo…
Menos mal que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte. No es que sean bilingües pero a base de juventud, academias de inglés e interminables horas de youtube su inglés mejora irremediablemente. Suerte la suya.
Ya no quiero aprender inglés
En cuanto a mí he decidido que ya no quiero aprender inglés. No es lo mío. Por una parte es derrota, lo admito, pero por otra es humor. Me río demasiado no sabiendo inglés. ¿Me compensan las risas? Pues, con lo que me gusta a mí reírme, de momento sí. Ya te iré contando.
Además, confío en que lleguen pronto los inventos del futuro. Aunque sea hacer un poco trampa. Entonces sí me reiré yo de los que han aprendido inglés…
Si es que el refranero popular es muy sabio, quien ríe el último ríe mejor. 😉