
¿A quién no le gusta reírse? Ya sea por una situación, un chiste o una broma. O por supuesto por un libro. Pero hay muchos tipos de humor y de personas, por eso es probable que lo que a tu padre le hace reír puede que a ti no. Por ejemplo, en mi caso eso era Chiquito de la Calzada. Mi padre se descojonaba y yo no le veía la gracia por ningún sitio.
Pero mejor volvemos a los libros, que es lo que nos interesa aquí.
Una de las cosas que más valoro de una historia es que consiga transmitirme algún tipo de emoción. Miedo, ternura, sorpresa… incluso tristeza. Pero me gana totalmente si lo que consigue es arrancarme una sonrisa. O incluso una carcajada. Disfruto más que con un atracón de sushi de mi restaurante favorito.
Mira si estoy loca y me gusta tanto reírme que aspiro a poder conseguir lo mismo con mis propios escritos. Casi nada. De ahí el lema de este blog: “Leer para reír. Escribir para divertir.”
El hecho de zambullirte en un buen libro es ya de por sí gratificante, evocador. Puedes salvar el mundo del dominio de las máquinas. O resolver el asesinato de un multimillonario. O vivir una aventura con un atractivo desconocido. Todas son buenas opciones, no lo niego.
Pero si además ese baño incluye una buena dosis de humor, el tiempo invertido en ese mundo alternativo es doblemente beneficioso. Una dosis pura de endorfinas en vena. Bueno para la salud y para el corazón al mismo tiempo.
No se puede pedir más, ¿no crees?
Pero claro, no es una tarea sencilla eso de hacer reír a la gente. A cada uno nos divierte un tipo de bromas o situaciones. De ahí que existan tantos tipos de humor diferentes.
Tipos de humor
Como te iba diciendo, hay muchos tipos de humor.
Tenemos los humores de colores: humor negro, humor verde, humor blanco… También otros como el absurdo, el escatológico, el inteligente, etc.
Puede que alguno ni sepas que existe y ni siquiera te hayas planteado si te hace gracia o no.
La cuestión es que cada persona se ríe con uno o varios de ellos y le deja fría o incluso aborrece los otros. ¿Cómo contentar a todo el mundo entonces? Pues no se puede. Por eso no es mi idea ni siquiera intentarlo.
Este es mi humor. Si no te gusta, tengo otro
Como todo el mundo, yo tengo mis preferencias a la hora de reírme. No me hacen falta situaciones descabelladas para que una historia me saque una buena carcajada. Ni chistes forzados. Ni tampoco bromas fáciles.
Lo mío son las historias contadas en primera persona de personajes con gancho, con diálogos ágiles, comentarios hilarantes y un humor sarcástico e incluso mordaz.
Ése es “mi rollo”.
Y quizás lo sea porque yo, aunque en la Vida Real soy una chica seria, tengo una doble personalidad. Soy de las que causa buena impresión en una entrevista de trabajo o cuando conoce a los suegros. Sin embargo mi «yo interior» tiene conversaciones alternativas a las reales mucho más ocurrentes y atrevidas.
Una pena que mi manera de ser me obligue a pasar un filtro previo a (casi) todo lo que sale de mi boca. Esa censura me hace parecer una chica normal. Para bien o para mal. Aunque vistas las perlas que suelta mi abuelo por la boca creo que ese filtro se desgasta con la edad. Será interesante verlo…
La inspiración propia
Pero lo que más me gusta es reírme de mí misma. O que el protagonista de una historia lo haga, vaya. No hay situación truculenta que no pueda tomarse con humor.
¿Quién no ha sufrido una almorrana, se ha caído de la bici o se le ha vertido un bote de orina en el bolso? Yo hace tiempo que descubrí que no vale la pena maldecir por ello. Que una buena carcajada es la mejor “no solución” que existe.
Es por eso que esta cita es una de mis favoritas:
No te tomes la vida tan en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Daniel Rabinovich
Y tú, ¿cómo es ese humor que hace que te olvides de todo?